miércoles, 25 de febrero de 2015

A propósito de la educación (PARTE I)



            El país entero sabe que la educación está en un estado de emergencia, por lo cual no voy a citar datos y situaciones lamentables que ya todos sabemos. Este tema por ser tan extenso lo dividiré en dos partes, en esta primera parte trataré la educación desde el punto de vista individual, es decir, lo que hace, lo que no hace y lo que debería hacer la persona interesada en educarse, y en el próximo articulo hablaré de la educación colectiva, a saber, del sistema educativo per se cómo estructura.

            La mayoría de los dominicanos nos graduamos de bachilleres con notables deficiencias en matemáticas, historia, geografía, inglés y hasta en lengua española, pero con “deficiencia en lengua española” no quiero decir que no sabemos lo que es un diptongo, hiato o que tenemos muchos errores ortográficos al escribir, también quiero decir que la mayoría de los dominicanos no pronunciamos bien el 50% de las palabras. Mucha gente defiende este aspecto basándose en que esa es “nuestra cultura” pero, más allá del nacionalismo y el orgullo irracional, siendo sinceros, usar la letra “L” en palabras donde va la letra “R” o peor, usar la letra “i” como hacen en el Cibao, ¿eso es ser DOMINICANO DE PURA SEPA? O ¿eso es ser una persona criada en la República Dominicana con una evidente educación deficiente? Los dominicanos hemos llegado al extremo incluso de ridiculizar a quien pronuncia bien las palabras con sus respectivos consonantes.

            Como siempre, podemos engañarnos a nosotros mismos, pero a quien no engañamos es a los reclutadores de recursos humanos de las empresas, quienes cada vez le dan más cabida en las empresas a los extranjeros de habla hispana que no tienen nuestras evidentes deficiencias.

            De este tipo de conducta no podemos condenar a ningún gobierno, ni tampoco a Trujillo (a quien se acostumbra culpar de todo lo que pasa en este país). Nuestro accionar en este ámbito nos hace parecer verdaderos autómatas, parece que hubiésemos perdido toda capacidad de raciocinio.

            Soy de los que piensa que debemos tomar cartas en el asunto individualmente y hacer de la educación autodidacta el pilar sobre el cual fundamentemos nuestra estrategia de crecimiento personal, no podemos seguir por la vida echándole la culpa a Balaguer, a Salvador Jorge Blanco o a nuestros padres de que no tengamos una buena educación y no hacer más nada. Debemos aprovechar las Tecnologías de la Comunicación y la Información para tapar las lagunas de conocimiento que tenemos, podemos encontrar miles de libros en PDF totalmente gratis, tutoriales en Youtube y una infinidad de programas gratuitos ideados para socializar el conocimiento. Pero para esto necesitamos ser sinceros con nosotros mismos, identificar nuestras deficiencias, trazar un plan de acción y luego actuar.

            Si bien es cierto que gran parte del pueblo dominicano no tiene acceso a internet por los momentos, también es cierto que la mayoría de quienes tenemos acceso a este gran caudal de conocimientos solo lo usamos para ver fotos en Facebook, videos de música, entretenimiento y cosas peores.

Juan Vargas S.
Secretario General de Revolución S21.
Dios Patria y Libertad.

domingo, 15 de febrero de 2015

Los políticos como producto de las sociedades.



Resulta muy fácil escuchar a una persona decir que todos los políticos son corruptos, esto se dice tanto en la Rep. Dominicana como en todos los países de Latinoamérica que conozco. El tono en el que se dice, hace pensar que los políticos son de otro planeta, es decir, como si los políticos fuesen formados fuera de nuestro mundo, aislados de todo contacto con la humanidad, es decir, hay una distinción extraña entre los políticos y los ciudadanos que no hacen vida política, los mal llamados apolíticos.

Digo distinción extraña porque no hay nada más humano que un político y nada más político que un ser humano, esto lo afirma Aristóteles cuando dice en su libro “La Política” que el ser humano es un animal político ya que tiene la capacidad de crear sociedades y organizarse en ciudades.

            Si esto es así y decimos que los políticos son corruptos, antiéticos e inmorales, solo estamos diciendo que nosotros mismos lo somos, ¿Por qué? ¿Quién da a luz a un político? ¿Dónde estudian los políticos? ¿Quien escribe los libros que lee un político? ¿Dónde viven los políticos? Responder estas preguntas no hará más que afirmar que si queremos mejores políticos que nos gobiernen, necesitamos un mejor sistema educativo, ser buenos ciudadanos, respetar las leyes y asumir los roles de padre y madre con mayor responsabilidad y seriedad.

            Lo que realmente necesitamos hacer es lo que hizo Japón luego de quedar devastado fruto de la segunda Guerra Mundial (único país que ha sufrido el terror de dos bombas atómicas), lo que hizo Suecia (aunque Suecia no fue a la guerra), lo mismo que hizo Corea del Sur y lo que están haciendo en Chile, o sea, cambiar eso que los ingenieros en sistemas han llamado “software” que no es más que “la estructura, instrucciones o reglas lógicas que permiten realizar una tarea a un computador”, es decir, cambiar la forma de pensar y por lo tanto de actuar de nosotros mismos. ¿Cómo una persona que tiene vicios puede esperar (aunque hay excepciones) que sus hijos no adquieran vicios también? ¿Cómo puede un líder empresarial exigirle a sus subalternos máxima eficiencia y honestidad cuando él mismo no da el ejemplo? Hay que aceptar de una vez por todas que el ejemplo es más poderoso que el mejor discurso o el mejor sermón de la tierra.

Es cuanto, si cambiamos nuestro pensar y accionar no solo daremos un buen ejemplo a la presente y a las futuras generaciones sino que también a la hora de abordar un espacio político podremos desempeñar nuestras funciones en beneficio de todos y de todas. No podemos dejarle la política a personas indignas que no nos representan y que nos perjudican.

Tan solo con esto veremos un cambio sustancial en nuestra sociedad.

El tema del sistema educativo lo abordaré en otro artículo por considerarlo muy extenso para desarrollarlo esta vez.

    Juan Vargas Suarez.

Secretario General de Revolución S.21
            Dios Patria y Libertad.

domingo, 8 de febrero de 2015

La Sentencia TC 0168-13, haitianos y dominicanos.



La Sentencia TC 0168-13 que ordena, en una de sus decisiones, al Poder Ejecutivo realizar un Plan de Regularización para las personas inmigrantes residentes en la República Dominicana de forma ilegal, ha sido posiblemente la sentencia más discutida y a su vez la más tergiversada en nuestro país. Producto de las sistemáticas tergiversaciones nacionales e internacionales no solo se ha desvirtuado el contenido de la Sentencia sino que también se ha fomentado el odio entre los pueblos de ambas naciones con argumentos absurdos y también con mentiras. Por tanto, en las próximas líneas trataré de contribuir con el esclarecimiento del tema.
El hecho de que un Estado quiera regularizar o deportar (como lo hace EEUU por ejemplo) a los inmigrantes que residen en su territorio de forma ilegal no lo convierte en un Estado violador de los derechos humanos siempre y cuando proceda según lo establece la legalidad. Ahora bien, si esa decisión del Tribunal Constitucional es o no la mejor solución ya es otro tema. En vista de que la Constitución de la República establece que (con respecto al Tribunal Constitucional); “Sus decisiones son definitivas e irrevocables y constituyen precedentes vinculantes para los poderes públicos y todos los órganos del Estado.”, nosotros los ciudadanos dominicanos debemos acatar, respetar y defender esta decisión, eso es lo que se conoce como “proteger la institucionalidad”.
El tema del odio inter-pueblos es reforzado con algunas matrices de opinión, descabelladas en su totalidad, que inducen al pueblo dominicano a sentirse amenazado por los haitianos. Unas de estas matrices es la “invasión pacífica”, este concepto no es muy claro que digamos ya que el término “invasión” cuando se trata de un país a otro se refiere a todas luces a una acción militar, pero si se hiciera un esfuerzo y lo tratáramos de ver como un éxodo civil como cuando Moisés llevó a los hebreos desde Egipto a la tierra prometida (Israel), aun así, este no es el caso, primero porque la fulana “invasión pacífica” no se ha producido bajo el liderazgo de nadie ni mucho menos se ha movilizado un distrito o un departamento (equivalente a un provincia en RD) desde Haití hacia nuestro país.
Por lo anterior expuesto queda demostrado que el concepto de “invasión pacífica” es poco más que una ridiculez y un error semántico monumental.
Hace poco leí en un diario digital del cual me reservo el nombre para evitar herir susceptibilidades, un noticia que misteriosamente desapareció de la web en menos de diez minutos, la misma trataba sobre un incidente ocurrido en la frontera y su título era “Un haitiano da pedrada a agente del CESFRONT en la frontera”, yo me pregunto cómo alguien que se haga llamar profesional de la comunicación puede reportar semejante cosa, ¿Cómo sabemos que eso pasó realmente si nuestro periodista no entrevistó al soldado agraviado ni tampoco al médico que debió atenderlo, es decir, no citó fuente? ¿De ser cierto, que tiene que ver este hecho aislado con la inmigración Haití ilegal? ¿Cuál fue el móvil de esa pedrada? Para mi es evidente que esa noticia no es más que leña para el fuego, una manipulación premeditada y en ningún caso algo ingenuo.
Otra matriz de opinión bastante absurda es usar la Invasión militar del General Jean Pierre Boyer del año 1822 como base para sustentar que los haitianos “siempre han querido esclavizarnos”. Si vamos a hablar de las invasiones haitianas al lado oriental de la isla (actual República Dominicana), podemos recordar cuando Toussaint Louverture invadió en 1801 la colonia española llamada Santo Domingo e inmediatamente declaró la abolición de la esclavitud y nos liberó del yugo español, ¿Por qué nadie habla de eso? Si queremos seguir citando invasiones podríamos hablar de la invación militar estadounidense de 1916-1924 o la invasión también estadounidense de 1965 para evitar que se repusiera el gobierno legítimo de Juan Bosch, la Guerra Patria producto de la cual murieron miles de dominicanos como el Cnel. Rafael Tomás Fernández Domínguez, Francisco Alberto Caamaño Deñó y todos los combatientes anónimos. Pese a que las invasiones militares estadounidenses a nuestro país son más recientes que las de Haití, ya los perdonamos y tenemos excelentes relaciones con ese país, entonces ¿Por qué seguir fomentando el odio contra la desdichada República de Haití?
Cualquier persona que haga un análisis serio del tema Haití puede concluir que los haitianos emigran por las mismas razones que emigramos los dominicanos a cientos de países en todos los continentes, emigramos a sociedades donde se nos permita trabajar y vivir de forma digna, emigramos para no ver a nuestros hijos crecer desnutridos, para no ver a nuestros familiares pasando hambre, nosotros (haitianos y dominicanos) no emigramos para apoderarnos de ningún país, emigramos por humanidad.
Concluyo reafirmando mi apoyo a nuestro Tribunal Constitucional y recordando que El Plan de Regularización no es solo para haitianos, es para “inmigrantes residentes en la Rep. Dominicana ilegalmente”, por tanto, no se nos puede acusar de xenofobia ni racismo pero nosotros, los sectores prudentes dominicanos, debemos hacerle frente a los extremistas de ambos bandos.


Juan Vargas S. 
Secretario General de Revolución S21.
Dios, Patria y Libertad.